Tratamiento






Una vez que, el médico haya confirmado el diagnóstico de epilepsia, se debe iniciar un tratamiento farmacológico acompañado con un estilo de vida saludable que serán mencionados más adelante. La mayoría de los pacientes con epilepsia, tras el uso de un fármaco antiepiléptico (FAE) puede dejar de tener convulsiones o disminuir la frecuencia e intensidad de sus convulsiones. La elección del medicamento se realiza en base a la eficacia que presente, la seguridad, las características del fármaco y el tipo de epilepsia que tenga el paciente. Las circunstancias personales del paciente, ya sea como la edad, el trabajo y, otras enfermedades, etc,  son también muy importantes a la hora de elegir el mejor medicamento para el paciente.
Generalmente, el tratamiento de la epilepsia se inicia por tratar la epilepsia a través del uso de medicamentos, sin embargo, si con el uso del tratamiento farmacológico no mejora, el médico puede proponer una cirugía u otro tipo de tratamiento, en la cual se mencionará más adelante.


Hábitos de vida saludable:


Para poder controlar sus crisis, los paciente debe seguir rigurosamente determinadas pautas y estilos de vida, como las que se presentan a continuación (Consalvo, D., et al,2013):


  • Llevar una alimentación variada y sana.
  • Realizar ejercicio físico.
  • Evitar el consumo de alcohol.
  • No consumir drogas.
  • Reducir el nivel de estrés.
  • Tomar la medicación según las indicaciones médicas.
  • Dormir lo suficiente y mantener un horario regular de sueño.
  • Evitar conducir.


Tratamiento farmacológico:


Después del tratamiento con los  fármacos antiepilépticos (FAE), los pacientes pueden lograr una remisión que puede ser a largo plazo entre el  60 % a 70 % de ellos, sin embargo, algunos pacientes requieren una terapia combinada. 

En caso de no lograr el resultado esperado en el manejo de las crisis con el segundo medicamento, la epilepsia se considera como fármaco - resistente y el paciente debe ser derivado a una unidad especializada con el fin de evaluarse y determinar si es buen candidato a otras terapias o tratamiento como por ejemplo la cirugía o la neuroestimulación. 
Es probable que el médico prescriba un antiepiléptico a una dosis relativamente baja y la aumente de manera gradual hasta que las crisis cesen y estén bien controladas.
Luego de transcurridos entre 2 y 5 años sin crisis, se puede pensar en intentar una retirada controlada de la medicación siempre que no se considere que el riesgo de recurrencia es elevado y se tomen las precauciones oportunas (Consalvo, D., et al,2013).

 

 

Tratamiento quirúrgico:

 

El tratamiento quirúrgico de la epilepsia se define como una intervención neuroquirúrgica en que cuyo objetivo principal es aliviar una epilepsia resistente a fármacos.

¿Cómo saber si un paciente con epilepsia fármaco resistente es candidato a cirugía?

Debe realizarse una serie de estudios, estos consisten en:

Evaluación pre-quirúrgica compleja: 

  • Requiere de la monitorización psiquiátrica, neuropsicológica y la evaluación neurológica.
  • Resonancia magnética cerebral.
  • Videoelectroencefalograma.

En casos específicos se realizan pruebas de neuro-imagen funcional: 

  • Tomografía por emisión de positrones. 
  • Tomografía por emisión de fotón único ictal, etc.
  • Test de Wada o estudio con electrodos invasivos, todo con el fin de valorar si las ventajas de la intervención superan a los posibles inconvenientes.

Hoy en día, existen técnicas curativas y paliativas:

  • La técnicas curativas, están asociadas a la extracción de la región cerebral donde comienzan las crisis.
  • Técnicas paliativas, que tienen como objetivo disminuir el número de crisis, pero en general no las suprimen del todo, como por ejemplo, la estimulación del nervio vago. 


Los beneficios esperados y las probables secuelas que puedan existir, se deben singularizar  y va a depender del tipo de cirugía y de las características del paciente y de la epilepsia. En el último tiempo, con el avance de la medicina  han aparecido nuevos procedimientos quirúrgicos, entre ellos la cirugía con láser guiada con Resonancia magnética cerebral o la termocoagulación guiada con Estereoelectroencefalografía (Bulacio, 2013).



Terapia conjunta:


Junto a una terapia farmacológica, es importante evaluar el contexto del paciente junto a su enfermedad.

Patologías del ámbito psiquiátrico, como el trastorno depresivo y el ansioso son más prevalentes en pacientes epilépticos. Es de suma importancia entonces pesquisar estas patologías en la atención de pacientes recientemente diagnosticados con epilepsia, si es que no traen el diagnóstico ya preestablecido. Los psicólogos, en este caso, tendrán la labor de evaluar si el paciente posee riesgo de patología de la salud mental, pudieron derivarse a tratamiento psiquiátrico, de ser necesario, y practicar psicoterapia como parte del mismo.

Es importante además determinar el contexto social y familiar del paciente. El asistente social establecerá la situación a nivel socio-económico y detectará posibles amenazas de este ámbito, para la salud del paciente. Situaciones como relaciones familiares nocivas, indigencia, pobreza, entre otras, incidirán en la adherencia al tratamiento y en el resultado del mismo.

Enfermería deberá acercarse al tratamiento también, cumpliendo dos roles. Uno de ellos es el terapéutico, dado que es en gran medida por ellos cómo el paciente entiende y sigue su tratamiento. Esto último se suma a que por el mayor tiempo en contacto, los pacientes suelen tener una relación más cercana con los y las enfermeras. 
Su otra labor es educativa, ya que son los que instruirán (en mayor medida) a la familia de los pacientes, que también incidirá en su tratamiento y progresión.

Personal de nutrición puede ser necesario si la epilepsia a tratar responde a dieta cetogénica, la cual será alcanzada mediante un plan de alimentación organizado y establecido.




¿Cuáles son sus complicaciones del tratamiento?


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Existen diversas complicaciones, dependiendo del tipo de tratamiento de la epilepsia.


En el caso de los fármacos, se distinguen tres tipos de efectos adversos:


  • Relacionados con el sistema nervioso central y en función de la dosis, el paciente puede presentar mareos, náuseas, inestabilidad, visión doble, cefalea cambios del humor o de la conducta y alteraciones cognitivas.
  • Efectos adversos idiosincrásicos o impredecibles, como por ejemplo alteraciones en las células sanguíneas, hepatitis y alergias (Consalvo, D., et al,2013).
  • Malformaciones fetales y retraso del desarrollo. Los fármacos ingeridos por la madre durante el embarazo pueden producir malformaciones fetales y retraso del desarrollo, por lo que la gestación debe ser adecuadamente planificada eligiendo los medicamentos más seguros para la madre y el bebé.



En cuanto a la cirugía de la epilepsia, existen algunas complicaciones derivadas del procedimiento quirúrgico como, por ejemplo, las infecciones de la herida a o del sistema nervioso central (meningitis, encefalitis), hemorragia, ictus o fístula de líquido cefalorraquídeo.



Otras complicaciones dependerán del tipo de cirugía realizada y de la localización de la zona operada. Estos riesgos se deben discutir en profundidad con el paciente y su familia (Bulacio, 2013).









Fuente bibliográfica:


  • Consalvo, D. F. (2013). Actualización de las guías para el tratamiento farmacológico de la epilepsia en adultos. Elservier. Consultado el día 16 de Junio del 2020. Disponible en 10.1016/j.neuarg.2013.03.001

  • Bulacio, J. G. (2013). Candidatos a cirugía de la epilepsia: quiénes y cómo. Elservier. Revista Médica Clínica Las Condes, 1011 - 1017. Disponible en 10.1016/S0716-8640(13)70256-6

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